Película. “Hillbilly, Una Elegía Rural” (HillBilly Elegy) – Ron Howard, 2020.

Hace dos años, Ron Howard nos entregó “Han Solo”, la primera película de Star Wars en la historia que no recuperó sus costos de producción. La verdad es que el señor tiene en su carrera películas buenísimas y otras para llorar, así que no sabía bien qué esperar de este estreno de Netflix. La verdad es que no la hubiera visto de no ser por sus actrices protagónicas. Pero bueno, aquí les dejo mi opinión al respecto.

La película es una adaptación de la novela con el mismo nombre escrita por James David Vance, un licenciado en ciencias políticas que escribió sus memorias sobre la vida en Middletown, Ohío, aunque su familia era originaria de Kentucky. El texto, al igual que la película, pone el acento en las relaciones entre diferentes miembros de su familia y la constante lucha de su madre contra la adicción a las drogas.

Casi toda la película la vemos a través de James David, primero en sus años de preadolescencia y luego ya como un universitario. De vez en cuando vemos también el pasado a través de los ojos de su madre Beverly. La historia nos dice que su lucha contra las drogas y el constante salto de una relación de pareja a otra se debió a la terrible relación de sus padres, que peleaban un día sí y otro también. Esas peleas no eran como las de cualquier matrimonio, sino verdaderas batallas campales en donde se golpeaban a puño cerrado e incluso la abuela llegó a prender fuego en la espalda de su marido, todo frente a sus hijas de no más de diez años.

Las terribles vivencias de infancia de Beverly la llevan a ser una madre cruel que tiene confundidos a sus hijos, pues un día es cariñosa y les demuestra mucho amor y al siguiente los golpea, los humilla y los mantiene aterrorizados. Muchos años después, James David tiene que perderse una entrevista de trabajo debido a que su madre volvió a caer en la adicción. Frustrado y con sentimientos encontrados, hace todo lo posible por darle a su mamá una nueva oportunidad.

Si quieres ver esta reseña en video, por acá te dejo el vínculo a YouTube. Si prefieres el texto, entonces sigue leyendo.

A ver, vamos a ver… dejemos de lado lo que es obvio que son las actuaciones. Amy Adams está muy bien como la mujer dependiente y drogadicta. De verdad que me asustó cuando le dan sus crisis de furia. Pero también creo que su actuación no sería tan intensa sin la compañía de Owen Asztalos, el actor que representa al joven James David y que trabaja maravillosamente con la mirada. En el reflejo de sus ojos sentimos horror, tristeza, odio, frustración y desesperanza por la relación con su madre. Lo mismo sucede con el actor que representa a James David en sus años universitarios: Gabriel Basso, que deja muy claro lo mucho que querría estar a miles de kilómetros de su madre.

Sin embargo, quien más me dejó contento fue Glenn Close, como siempre. Ella representa a la abuela de James David, una mujer enferma, pero dura, amante de la disciplina. De esas ancianas que parecen desgraciadas cuando en realidad sólo están ayudando a sus familiares a crecer, a superar sus problemas, a intentar buscar otros caminos. Es una mujer que ha sufrido la vida, el dolor de la existencia no la ha dejado en paz. La actriz comunica todo eso de forma tan escueta que no pude sino enamorarme del personaje. No aplaudirlo, no querer ser como ella, pero sí comprenderla y sentir su dolor.

La película, sin hacerlo de forma obvia, se pregunta sobre la responsabilidad personal de cada quien en el dolor de su existencia. ¿Qué tanto nuestro sufrimiento es causado por nosotros mismos de manera consciente o inconsciente? ¿Qué tanto tienen que ver los demás en nuestra felicidad o infelicidad? Las familias muégano como las que nos presenta la película parecen un caldo de cultivo para relaciones tóxicas horrendas entre hermanos, entre padres e hijos e incluso entre los miembros de la misma pareja. La herencia de siglos y siglos atrás de reglas duras y lealtades mal entendidas (incluyendo un cristianismo recalcitrante) no ayudan a que este asunto funcione.

Ron Howard, el director

Ya había hablado un poco del cristianismo fanático que afecta a tantas personas en el sur de Estados Unidos cuando hice mi reseña de “El Diablo a Todas Horas”. Voy a dejar arriba y en la descripción un vínculo a lo que dije sobre esa película. Eso sí, no puedo dejar de mencionar que ésta me parece mucho mejor lograda. Sí, vemos el mismo principio de la religiosidad tóxica, pero en “Una Elegía Rural” no está como martillazo en la cara, por un lado, ni hace una diferencia tan a rajatabla entre “buenos” y “malos”. Aquí la misma familia amorosa que te abraza hoy es la que te destruye mañana y te vuelve a abrazar pasado mañana.

Los problemas económicos también son un importante asidero para la desesperanza y la violencia familiar. Pero la película no cae en críticas simplonas al capitalismo, ni niega la capacidad de un ser humano para salir adelante por sí mismo. Al contrario, personajes como la abuela aceptan que ella ya no tiene la capacidad física para mejorar su calidad de vida, pero está segura de que su nieto puede tener un mejor futuro del que tuvieron ella o su madre. El protagonista, que es el mismo autor, logró cumplir sus objetivos con esfuerzo y trabajo duro, inspirados principalmente por su abuela, pero también motivados por la pobreza y el dolor oculto de sus familiares más amados.

Quizá lo único que no me gustó de la película fue el final. No porque no fuera natural o esté forzado (no puede estar forzado si la película está basada en hechos reales, los cuales respeta). Lo que no me gustó es que el protagonista, a partir de un voice over, dice que el amor de su familia lo convirtió en la persona que es. Eso al final de una película que nos enseña cómo las relaciones familiares tóxicas pueden destruir la vida de los seres humanos. Como si los guionistas hubieran tenido miedo de que los espectadores se quedaran con ese mensaje.

En realidad, yo me quedé con otro mensaje: la familia puede destruirte. Las relaciones tóxicas intrafamiliares pueden hacer pomada tu existencia. Sí, la abuela del protagonista lo apoya a salir adelante, pero esa misma abuela le deshizo la existencia a sus hijas a través de una relación de pareja de pesadilla con el abuelo. James David pudo crecer como ser humano gracias a su abuela, ¿pero por qué vivía con su abuela? Pues porque su mamá lo tenía hecho pomada, convertido en un niño inseguro, temeroso y a punto de convertirse en un adolescente drogadicto y violento.

SPOILER: Al final todos terminan felices. Nos informan (con fotos de la vida real) que la madre de James David lleva muchos años sin drogarse, que el protagonista es hoy un hombre exitoso, que su hermana tiene un matrimonio feliz y que él, a su vez, se casó con su novia de la universidad y tienen dos hijos bien guapos y bien contentos. Pero eso no quita que es un personaje que logró salir adelante por dejar a su familia, por alejarse de la toxicidad de los suyos. Que no me vengan con “soy quien llegué a ser gracias a mi familia”. No. Eres quien llegaste a ser a pesar de la familia en que naciste y, en parte, gracias a salir corriendo para el otro lado.

¡Buena Suerte!

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